7 de octubre de 2013

Carlos Tataje escribe un epitafio para Martín Adán

El poema ha sido tomado de Epitafios, libro ganador del Premio Copé de Plata de la XIV Bienal de Poesía «Premio Copé Internacional 2009»

Carlos Tataje en Poesía de miércoles
A Rafael de la Fuente Benavides,
Martín Adán
No quiero buenas ideas
tan sólo quiero un buen sueño
cual sarcófago del muerto
un Tuthankamon cualquiera
sin freno
por siempre eterno
navegando en el Leteo
con cuánto temor del tiempo
hoja de igual primavera 

6 de octubre de 2013

Roberto Bolaño: Extraño maniquí (poema dedicado a Jorge Pimentel)

Publicado en la revista Calandria de Tolvareñas #2 (16/11/1984).

Revista Calandria de Tolvañeras

EXTRAÑO MANIQUÍ
Extraño maniquí de una tienda del Metro, qué manera de observarme
y presentirme más allá de todo puente
mirando el océano o un lago enorme
como si de él esperara aventura y amor
Y puede un grito de muchacha en plena noche
convencerme de la utilidad de mi rostro
o se velan los instantes, placas de cobre al rojo vivo
la memoria del amor negándose tres veces
en aras de otra especie de amor
Y así nos endurecemos sin abandonar la pajarera
desvalorizándonos
o bien volvemos a una casa pequeñísima
donde nos espera sentada en la cocina una mujer

Cuentos del Tío Lino: La chancaca pa la chicha

Recopilado por Andrés Zevallos en Cuentos del Tío Lino. ([1980] 2011). Lima: Lluvia editores.

LA CHANCACA PA LA CHICHA

 El dibujo también es de Andrés Zevallos

24 de septiembre de 2013

José Watanabe: Tilsa, la pintora bendita

Tilsa Tsuchiya

TILSA, LA PINTORA BENDITA

Hace varios años tocaron mi puerta para devolverme unos libros con los que yo siempre había sido avaro. Me los enviaba Tilsa Tsuchiya. Eran colecciones de haikus, aquellos breves poemas japoneses que constituyen un ejercicio de humildad ante la naturaleza. Tilsa sabía que un haiku, uno solo, puede ensimismarnos varias horas. Por eso los tuvo siempre sobre su velador, para sus interminables días de paciente. Empecé a hojear los libros devueltos y extrañados: de uno de ellos sobresalía una nota fijada con una cinta engomada para que ningún descuido pudiera trasladarla a otro lugar. La nota traía un agradecimiento cumplidor, prescindible entre amigos, el verdadero mensaje que Tilsa se había asegurado que yo leyera, estaba en el poema de esa precisa página:
He visto muchas veces la luna
y tengo su bendición.
Ya puedo irme ahora.
Una semana después, bendecida por la luna del poeta Chiyo, se fue.

Conocí a esta amiga de tan elegante y delicada despedida en 1968. Ese año expuso en el Instituto de Arte Contemporáneo, que se había mudado de Ocoña a una casona de la calle Belén. Visité la exposición con mi amigo Lorenzo Osores, con quien solía practicar en las galerías el sarcasmo y la petulancia, gozo de juventud que no pudimos ejercer frente a los cuadros de Tilsa. Suspendidos de golpe nuestros humos, decidimos hacer una audacia que el espíritu de esos años nos permitía: ir de inmediato a conocer a la pintora. Todos estábamos para todos y el presente era perpetuo.